
Han existido muchos tribus coleccionistas de cabezas como trofeo, entre ellos los Papua, pero, solo una practicaba en las cabezas recolectadas la reducción. Esta tribu es la de los Shuar, tribu amazónica que ha pasado de generación en generación los conocimientos para poder realizar una reducción de una cabeza.
En primer lugar realizaban una serie de cortes en la cabeza decapitada y después esta era despellejada. Se cree popularmente que las cabezas eran reducidas enteras incluso con el cráneo, pero tras el estudio de esta ritual se posee el conocimiento de que la piel es rellenada después de su extracción.
En segundo lugar, la piel extraída junto con el pelo era cocida durante unos 15 minutos, tiempo suficiente para que no sufriera ningún daño. Como resultado de esta cocción la cabeza se reducía un 50%. Después de seca por el anterior proceso se limpiaba por dentro de restos para evitar la putrefacción y malos olores.

En tercer lugar, se cosían o sellaban con púas los ojos y la boca. Esta acción se realizaba por la creencia de que el alma podía escapar. La cabeza era colgada encima de un fuego con lo que se conseguía otra reducción del 50%.
Para terminar los chamanes rellenaban la cabeza piedras y arena, se frotaban con aceite de carapa y con una piedra caliente se moldeaba para arreglar deformaciones surgidas durante el proceso. La cabeza era pintada de negro debido a que los Shuar creían que si no se hacía esto el alma contenida en su interior podría ver.
En la actualidad los Shuar son un pueblo mas occidentalizado y han dejado estas prácticas casi en desuso. Solo realizan estos rituales ancestrales para reducir en contadas ocasiones cabezas de animales. Lamentablemente, han aparecido coleccionistas de cabezas reducidas por lo que a nivel clandestino se reducen para su posterior venta.
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